2/1/14

Un cuarto de siglo en las entrañas de Sevilla



La Policía Nacional dispone de una unidad cuyo trabajo suele pasar desapercibido porque se realiza bajo tierra. Sus agentes controlan la red de saneamiento público, revisan pozos, colaboran en los registros para localizar droga o armas que puedan ser arrojadas a los retretes o participan en la búsqueda de personas desaparecidas. Es la Unidad Especial de Subsuelo y Protección Ambiental, que se fundó en Sevilla en el año 1989, de cara a los preparativos de seguridad para la Expo 92 y que cumple en este 2014 un cuarto de siglo. 

En la actualidad la unidad está compuesta por 11 agentes: un subinspector, dos oficiales y ocho policías. Tiene competencias no sólo en Sevilla, sino en las cuatro provincias que componen la Jefatura Superior de Andalucía Occidental (Sevilla, Cádiz, Huelva y Córdoba). Son los encargados de revisar todo el alcantarillado de estas ciudades y los colectores transitables, para prevenir cualquier tipo de delito que pueda cometerse aprovechando estas instalaciones subterráneas. 

Una parte muy importante de su trabajo es la revisión del subsuelo de los hoteles donde se alojan personalidades o de aquellos lugares en los que se celebra alguna cumbre o evento importante. "Este trabajo tiene dos fases: una primera consiste en reunir la documentación, los planos, entrevistarnos con los responsables de los edificios, etcétera. Y la segunda es ya el trabajo de campo, que son las inspecciones que hacemos una vez estudiada la planimetría", explicó a este periódico el subinspector jefe de la unidad, Jesús M. Monge. 

Los policías estudian los planos de hoteles, estaciones de tren, itinerarios de los desplazamientos de las personalidades... Cuando se inspecciona una zona se coloca un sello adhesivo para garantizar que todo está controlado. Después de las inspecciones, los agentes realizan estudios de seguridad que están en continua actualización debido al crecimiento de las ciudades. Así, se proponen mejoras para eliminar riesgos, como la colocación de rejas en aquellos colectores a los que pueda acceder una persona. 

Pero no todo el trabajo consiste en revisar colectores. Estos policías han participado en numerosas búsquedas de personas desaparecidas. En el caso de Marta del Castillo, este grupo de policías ha revisado más de 200 lugares distintos tratando de hallar los restos de la adolescente asesinada el 24 de enero de 2009. En algunos casos, se han introducido en lugares inverosímiles intentado hallar algún resto o pista que ayudara a localizar el cadáver de Marta. Fueron ellos quienes encontraron una de las pruebas relevantes del caso, como la navaja hallada en un sumidero junto a la casa de Miguel Carcaño en la calle León XIII. 

También han participado en búsquedas como la de los niños Ruth y José, en la finca de las Quemadillas propiedad de los padres de José Bretón, o en las de Mari Luz Cortés en Huelva y el niño Josué Monge en Dos Hermanas. "En cada uno de estos lugares nos hemos dejado la piel yendo mucho más allá de lo exigible profesionalmente con el único fin de dar el merecido alivio a las familias que esperan al menos los cuerpos o incluso restos de sus queres queridos", apuntó el subinspector Monge. 

"Ese reto emocional nos motiva para que nos preparemos y mejoremos profesionalmente para dar una mejor respuesta si cabe", añadió el jefe de la unidad, que expuso que actualmente están trabajando las técnicas de progresión en altura orientadas al rescate, con herramientas y cuerdas similares a las utilizadas en espeleología. "La idea es poder acceder a cualquier lugar recóndito, por profundo que esté". 

También asisten a los registros de droga, ya que es práctica habitual de los narcotraficantes arrojar los estupefacientes al retrete cuando escuchan que la Policía está intentando tirar la puerta de la vivienda. Los agentes de Subsuelo se meten en la poza donde vierten todas las cañerías del bloque para recuperar la droga, ante la presencia de un secretario judicial que da fe que la tubería del piso en cuestión vierte al lugar en el que se ha recuperado la sustancia. 

Otra de las funciones de esta unidad es la inspección y control de las empresas que operan en el subsuelo, en obras que se acometen bajo tierra, instalaciones de redes de servicios como telefonía, electricidad, gas ciudad, saneamiento y abastecimiento de aguas. La unidad trabaja en estrecha colaboración con las empresas suministradoras de agua (Emasesa en el caso de Sevilla) y con otros cuerpos de seguridad como los Bomberos. 

Cada vez que los policías se introducen en un colector, lo hacen con una serie de medidas de seguridad. Van atados con arneses por dos puntos distintos, bien a través del trípode con el que trabajan en la red de alcantarillado o bien en anclajes naturales, generalmente en árboles, si se trata de pozos cuyo tamaño excede el del trípode. Siempre antes de entrar en el colector, se mide el ambiente con un detector de riesgos, que mide los gases presentes en el subsuelo y la calidad del aire. En caso de que no haya oxígeno, los policías entran con equipos de respiración autónoma (ERAS), que cuentan con mascarillas que aíslan por completo del ambiente. También van siempre con linternas antideflagrantes. "Pero sobre todo la seguridad está basada en la prudencia y experiencia debido a que cualquier médico mecánico o herramienta no es infalible. Por eso cuando estamos en este tipo de espacios hemos de rendir con los sentidos al máximo", apunta el subinspector. 

La unidad de Subsuelo también tiene competencias en Medio Ambiente y cuenta con equipos para la recogida de muestras de las aguas residuales en colectores. Aquí controlan parámetros como los sólidos totales, la conductividad, el oxígeno disuelto, la temperatura, el PH y la salinidad. El objetivo es controlar para que no se viertan a las redes públicas de saneamiento contaminantes que puedan perdjudicar el medio ambiente a través de filtraciones.

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