En los tiempos que corren, de críticas hacia todo ser viviente que ha labrado un futuro estable, con sangre y sudor derramados, con honradez y a base de sacrificar cualquier ápice de disfrute, ahora más que nunca los funcionarios somos apaleados y crucificados públicamente.
Vivimos una crisis económica, política y social sin precedentes y como en pasadas épocas de imperios desmesurados, sobre alguien hay que desviar la atención para que pague los platos rotos.
Llevábamos una vida de despropósitos en los que los ricos especulando se hacían re-ricos, cualquier incapaz de hacer la “O” con un canuto ganaba (y gana) cientos de miles de euros en la telebasura y nuestras Administraciones públicas daban subvenciones a todo el que lloraba fuesen discípulos de un dios de literaturas o miembros de colectivos defensores de cualquier cosa…y todo nos daba igual.
Ahora es el momento de avasallar a todo el que lee, estudia, trabaja o se esfuerza para lograr una vida sin grandes victorias ni derrotas.
Envidiamos y criticamos a jueces, policías o a cualquier empleado público el cual presumamos que está en mejores condiciones laborales, sin preguntarle previamente; ¿Qué te ha costado llegar aquí? Porque si lo hiciéramos obtendríamos la respuesta de: sacrificio y más sacrificio.
Manifestémonos en contra de los verdaderos causantes de nuestra deplorable situación, ya fuese por una mala gestión o por meter la mano donde no debió, pero no hagamos una cruzada en contra de los que se ganan el pan con trabajo ya sean funcionarios o empresarios honrados porque con esta conducta beneficiaremos al vago y maleante.
Me despido diciendo a todo aquel que critica a estos honrados especímenes en peligro de extinción que; ¡AHÍ ESTAN ESTOS PUESTOS PARA TODO EL QUE SEA CAPAZ DE GANÁRSELOS!
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